Uno de nuestros lectores nos preguntó:
¿Es cierto que el cambio climático reducirá significativamente nuestra esperanza de vida? Leí que para el año 2030, la humanidad podría enfrentar la extinción debido a la falta de agua y que las temperaturas se volverían insoportables.
Pedimos a Johani Ponce, una contribuidora de YCC en español, que contestara esta pregunta. Aquí está su respuesta.
De acuerdo con el Yale Center on Climate Change and Health, el cambio climático representa el mayor desafío de salud pública del siglo XXI, y está profundamente relacionado con la esperanza de vida. Los efectos del cambio climático en la salud humana, tanto actuales como proyectados, aumentan la morbilidad y mortalidad por olas de calor, sequías, inundaciones, incendios forestales y otros desastres naturales, lo que reduce la esperanza de vida de personas afectadas, además de los problemas de salud mental que representa. Además, el cambio climático está relacionado con un incremento en la incidencia de enfermedades transmitidas por alimentos, agua y vectores (animales como mosquitos que propagan enfermedades), así como con una mayor inseguridad alimentaria y desnutrición, afectando negativamente la salud y, por ende, la longevidad.
Los conflictos violentos derivados de la competencia por recursos escasos y el desplazamiento de personas debido a la subida del nivel del mar o la escasez económica también añaden presión sobre la salud global, contribuyendo a una reducción de la esperanza de vida. Sin embargo, al abordar el cambio climático, se presentan oportunidades para mejorar la salud pública. Reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero, una transición hacia la agricultura basada en plantas (lo que implica consumir más alimentos vegetales y menos carne para reducir la contaminación), y la mejora de infraestructuras de transporte activo (como caminar o andar en bicicleta) no solo mitigarían el cambio climático, sino que también traerían beneficios significativos para la salud, contribuyendo a una mayor longevidad.
El cambio climático es, sin duda, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo. No obstante, a pesar de la gravedad de la situación, las predicciones más catastróficas que sugieren la extinción de la humanidad para el año 2030 están fuera de sintonía con el consenso científico. Los científicos especializados en clima, incluidos los del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), han señalado que, aunque el calentamiento global traerá graves consecuencias, no se espera que la humanidad desaparezca a causa de él. El más reciente informe del IPCC, que reúne las investigaciones de cientos de expertos en el tema, evalúa distintos escenarios posibles, todos los cuales presentan riesgos serios, pero la extinción no es uno de ellos.
Adam Schlosser, subdirector del Programa Conjunto sobre Ciencia y Política del Cambio Global de MIT, afirma que las posibilidades de que el cambio climático cause la extinción humana son “muy bajas, si no inexistentes”. Sin embargo, advierte que las consecuencias para ciertas regiones pueden ser devastadoras. Las naciones insulares, por ejemplo, enfrentan la amenaza del aumento del nivel del mar, lo que podría forzarlas a desplazarse y representar un peligro existencial para sus poblaciones.
El informe del IPCC clasifica los escenarios climáticos futuros en función de la cantidad de gases de efecto invernadero que sigamos emitiendo. El escenario más grave, el RCP8.5, proyecta un calentamiento extremo y consecuencias calamitosas, mientras que el más manejable, el RCP2.6, plantea un futuro menos severo. Afortunadamente, Schlosser señala que, gracias a los avances en energías limpias y la reducción de emisiones, el mundo parece estar alejándose de los escenarios más drásticos como el RCP8.5, inclinándose hacia resultados intermedios, como el RCP6.0.
A pesar de esto, los escenarios intermedios también conllevan riesgos significativos. El IPCC ha advertido que los impactos del cambio climático ya están superando las expectativas, con fenómenos como tormentas más intensas, olas de calor y sequías más severas. Las regiones más pobres y vulnerables, que han contribuido menos al cambio climático, son las que enfrentan las peores consecuencias. Las comunidades que carecen de los recursos necesarios para adaptarse corren el mayor riesgo de sufrir los impactos climáticos.
El verdadero riesgo existencial, según Schlosser, no recae sobre toda la humanidad, sino sobre las poblaciones más vulnerables que no tienen la capacidad de adaptarse a estos desastres. Los países más ricos podrán enfrentar los efectos del cambio climático con más recursos, mientras que los países de bajos ingresos verán cómo sus esfuerzos por mejorar la calidad de vida de sus habitantes se desvían hacia la adaptación climática, afectando el progreso en la reducción de la pobreza extrema.
El cambio climático no es la única amenaza existencial que enfrenta la humanidad. Factores como la guerra nuclear o las pandemias globales también representan riesgos considerables. Sin embargo, Schlosser entiende por qué algunos utilizan un lenguaje alarmista para referirse al cambio climático: buscan captar la atención del público, aunque el mensaje puede llegar a ser distorsionado.
El cambio climático no implica la extinción de la humanidad, pero sí representa una amenaza urgente para millones de personas, especialmente las más vulnerables. La verdadera pregunta no es si la humanidad sobrevivirá, sino cuántas vidas y comunidades verán colapsar sus medios de vida y su forma de existir. La respuesta depende de las decisiones que tomemos hoy y de nuestra capacidad para reducir las emisiones y adaptarnos a un clima cambiante.